Beato Isidore Bakanja
Nací en África, en lo que hoy es la República Democrática del Congo. Me bauticé a la edad de dieciocho años después de recibir instrucciones de los misioneros y aproveché cada oportunidad para compartir mi fe con los demás. Primero trabajé como albañil para los colonos blancos. Luego dejé mi pueblo natal y fui a trabajar a una plantación belga. Sorprendentemente, muchos de los agentes belgas eran ateos. A ellos les disgustaba mucho mi fe en Dios. Mi supervisor me ordenó que dejara de enseñar a mis compañeros de trabajo cómo orar y que me quitara el colgante de María. Pero sencillamente no puedo permanecer callado sobre lo que vive en mi corazón, y ¿cómo podría decepcionar a mi madre María? Mi superior ordenó que me golpearan severamente y me quedaron heridas profundas en el cuerpo. Un amable inspector me llevó a su casa para recibir tratamiento, pero mi condición había empeorado y ya ningún medicamento podía ayudarme. Fallecí en la fiesta de la Asunción, en 1909, después de recibir los últimos sacramentos y de perdonar a mis agresores.